miércoles, 18 de octubre de 2017

Crítica: Handia

LXV FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN:
"80 egunean" y "Loreak" se presentan como dos de las principales piezas del crecimiento de la cinematografía vasca en los últimos años. Crecimiento que no sólo ha edificado una corriente dentro de un lugar concreto, sino que ha consolidado un discurso único, en formas y contenidos, de hipnótica vocación poética. Quizás en el culmen de este proceso, llega este año, la que se supone es la gran película del cine vasco, por lo menos en cuanto a los términos de producción. Y así es, pues por primera vez esta tendencia abandona cierto ejercicio "low cost" para embarcarse en una producción de mayor calibre, de la mano de los creadores que dieron vida a las dos joyas al principio mentadas. La película que aborda la hazaña del Gigante de Alzo, la persona más alta de Europa en la época en la que vivió (comienzos del siglo XIX), nos abarca a través de su figura numerosas lecturas que quieren configurar un relato sobre lo que somos y hemos sido. No obstante, a pesar de su enorme interés y su amplia complejidad, el relato popular, el análisis psicológico, y la síntesis sociocultural, nunca llegan a encontrar su conexión de forma estimable. Cada aportación prevalece con fuerza, pero la unión de las piezas acaba derivando en un ejercicio más acomodado de lo que esperábamos y que peca de cierta convencionalidad en todo su trayecto. Parecía que el hipnotismo de ecos anteriores iba a invadir de emoción la pantalla, pero el excesivo hermetismo, probablemente provocado por una conjunción de elementos desacertada, hace que la indiferencia invada por momentos el conjunto. Con ello, de igual modo, estamos ante una película muy singular, de poderosa estética, firmemente respaldada por un gran ejercicio técnico, en el que la bella partitura de Pascal Gaigne, la bellísima fotografía de Javier Agirre y la conseguida ambientación ponen las notas de excelencia. Tampoco podemos olvidarnos de un reparto que defiende con eficacia el conjunto, con especial atención en el debutante Eneko Sagardoy, que firma un Gigante vibrante, sintetizando la idea de que estamos ante una película de gran interés y digna hazaña, pero que podría haberse aventurado mucho más en sus amplios y peliguados recovecos."
 

Lo mejor: La belleza estética de la propuesta.



Lo peor: La sensación de que se podría haber llegado a mucho más.




NOTA: 6,5(***)

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