lunes, 27 de noviembre de 2017

Crítica: Oro

"El espacio como expresión del estado de ánimo. Así se conforma la premisa constructiva de una película que encuentra en los ecos de la selva el motor de definición de unos personajes, de una historia y de una época como ferviente camino para conectar las vivencias pasadas con las presentes. La selva, con sus silencios, sus sonidos, sus sombras y su eterno camino, se convierte en el laberinto de unos personajes que cegados por una idea abstracta se despojan de toda humanidad, y abarcan la más cruenta de las batallas, la que define la lucha cuerpo a cuerpo, y contra uno mismo, como germen de la fría y despiadada destrucción humana. Traslandando este imaginario a la búsqueda del oro en las Indias en el siglo XVI, y amparado por la escritura de Pérez-Reverte, este film emerge con absoluta destreza, y despojándose del encorsetamiento historicista y de la épica que tanto mancha este tipo de cine, configura un retrato de superación y de dureza expresiva, bajo la arriesgada postura de su realizador: Agustín Díaz Yanes. Tras nueve años de silencio y con el riesgo que eso supone, Díaz Yanes conforma esta historia antiépica. Una película que aunque con refinamientos históricos, y cruentas imágenes, ataca a la sensorialidad intentando trasladarnos a el ahogo de esa selva, que es el principio y fin de estos personajes, condenados a la perdición, en una expedición (y otras tantas) que marcó el valor contradictorio de nuestra historia. La construcción audiovisual que plantea su realizador nos hace advertir posturas nada convencionales, que en su multiplicidad de miras intentan adentrarnos en la experimentación de este infierno, y con él en la valoración de un pasado muy presente. En esta enmienda de riesgo y sangre, Díaz Yanes no atiende al beneplácito de la gente, pues estamos en una época difícil, en la que una película de tales riegos difícilmente encontrará su acomodamiento en una sociedad de postura bipartida, que lamentable no es que no acceda a la película, sino que no tiene intención de entenderla. No obstante, su rotundo ejercicio, acompañado de una factura técnica impecable (los claroscuros de la excelente fotografía, la precisión del montaje, el minucioso ejercicio de ambientación y la excelente partitura de Javier Limón & Javi Limón Maza, que afina con elegancia y riesgo los contrapuntos de la cinta), encontrará, a pesar de un deseo de extensión meditativa, y ciertos tramos de subrayado e incorrección, un hueco en las miradas del recuerdo. Pues la feroz mirada de Raúl Arévalo, el aplomo de Coronado y la garra de una Bárbara Lennie impecable, pocas veces lideran una pieza histórica tan precisa, tan abrumadora, tan agotadora, que late poco a poco en el recuerdo de quien siente esta España mía, tuya y nuestra."
Lo mejor: El absoluto riesgo de Díaz Yanes, y la excelente música de Javier Limón & Javi Limón Maza. 

Lo peor: Las incorrecciones y subrayados, que se convierten en el peor enemigo de una película que no quiere ser entendida.

NOTA: 8(****)

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