sábado, 29 de septiembre de 2012

Crítica: Un lugar donde quedarse


SINOPSIS: “Un lugar donde quedarse (This must be the place)” nos cuenta la historia de Cheyenne, un judío cincuentón, antigua estrella del rock, que sigue la estética gótica y lleva una vida aburrida de prejubilado en Dublín. La muerte de su padre, con el que hacía tiempo que no se trataba, le lleva de vuelta a Nueva York, donde, a través de la lectura de algunos diarios, reconstruye la vida de su padre en los últimos treinta años, en los que se dedicó a buscar obsesivamente a un criminal nazi que se había refugiado en Estados Unidos. Con una inexorable lentitud y sin capacitación alguna como investigador, Cheyenne, contra toda lógica, decide continuar la tarea de su padre y emprende la búsqueda del nonagenario alemán a través de Estados Unidos.

COMENTARIO
CRÍTICO:
"La utilización de una realización aparentemente estética y superficial para desarrollar un juego de valores, una historia de profundidad considerable, donde las emociones se entrelazan y consumen continuamente, es una estrategia más que trillada. Pero esta vez, esta convencional forma de actuar, funciona notablemente gracias a un original guion que recorre muchos temas acerca de los valores humanos, para concentrarse en torno a un principal, la necesidad de encontrar sentido a la vida. Y esto es, a lo que se dedica el protagonista de este relato, que nos transmite la necesidad universal de encontrar nuestro camino. Umberto Contarello y Paolo Sorrentino, crean un sin fin de personajes recurrentes, que permiten que el protagonista rockero consiga su perfecta realización, se desnude de forma sutil a nivel emocional y personal. Sorrentino quiere contarnos esta curiosa anécdota, para recordarnos valores humanos, profecías y necesidades de carácter mundial. El film avanza con una perfecta conjunción técnica, donde la bella música, la perfecta fotografía, limpia y concisa, el atronador montaje, la notable ambientación, y la caracterización excéntrica y sublime consiguen desarrollar un notable juego simbólico, que alcanza su punto más álgido, gracias al excelente reparto, que se une para denotar la perfecta presencia del film, el cuerpo y el alma de esta historia, su protagonista, extraordinariamente diseñado e interpretado por Sean Penn, que brilla como siempre, consiguiendo que su papel traspase la pantalla y provoque el afloramiento de las emociones más comunes. Su brillante ejecución eleva de forma considerable este curioso film, de historias extrañas y vidas comunes."

NOTA: 8,5(****)

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