lunes, 20 de febrero de 2017

Crítica: Julieta

"Entender y sentir el cine de ese genio llamado Pedro Almodóvar, es atender a un amplio abanico de significados que como vasos sanguíneos acarician de forma exhaustiva todo el cuerpo de nuestra geografía para compendiar una síntesis de lo que somos y hemos sido. Pocos maestros del cine indagan con tanta profundidad en sus propias raíces y perfilan metáforas tan directas al alma, como lo hace Pedro Almodóvar. Su última aventura, más despojada en las formas, planea sobre numerosos conceptos abordados en su exquisita filmografía: la maternidad se hace presente una vez más, el dolor, las palabras cómplices, el poder de la mujer, el olvido, la memoria de lo que somos. Aunque la síntesis se adentra en un terreno muy movidizo, que compendia un arsenal de expresiones encontradas, la deriva final resulta admirable y cercana a la resolución de lo que somos. Pues el genio manchego describe con valiente caligrafía la verdad de la inmadurez humana, esa que de un modo inconsecuente perfila el umbral de nuestras desgracias. Todos los personajes, una vez más salvados por el riesgo moral de su autor, atienden a este concepto para comprender la fragilidad del sentimiento humano, y por ende, sus acciones. El brillante material de Alice Munro, se funde con elegancia con las imágenes, y se enfrenta a un universo tan personal, que al final se acaba conjugando un ejercicio absolutamente bergmaniano, que envuelto en una esfera latente disecciona la raíz de nuestros males, siempre en constante comunión con los vértices de nuestra cultura. Julieta, es la dualidad de la vida, es la muerte y es la propia vida, es el recinto de fusiones encontradas que da cuerpo y desdicha a la existencia, y en esa postura doble, las dos voces que comprenden la juventud y la madurez se unen y se separan al mismo tiempo como forma de extraer la premisa que da cierta motivación a nuestras contradicciones. La magnética Adriana Ugarte y la portentosa Emma Suárez dibujan con sabiduría estos dos rostros, que bordeados de la singuralidad de miradas de un generoso reparto (remarcables trabajos de Rossy de Palma e Inma Cuesta), entroncan la dicha que el manchego quiere otorgar a este cuento de múltiples vértices y angustiosa verdad. Su magnetismo audiovisual potencia la semántica a la que atendemos, y su portentoso abanico técnico (brillante música y fotografía) lo resguarda de la fría impotencia que otorga la incredulidad de nuestras hazañas. Pero siempre, aunque el camino se ofrezca desigual, la compleja amalgama de intenciones y percepciones nos permite viajar con solidez en las expresiones de un maestro, que con sus particularidades, es capaz de resucitar, y casi siempre con atino, la dolorosa verdad de lo somos. Pues somos Julieta, somos su dualidad enfrentada."
 
Lo mejor: El magnetismo de la propuesta y su generosa semántica.

Lo peor: Ciertos tramos del trayecto que pueden desviar hacia la incredulidad.



NOTA: 9(*****)

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