viernes, 4 de enero de 2013

Crítica: Holy Motors


SINOPSIS: El señor Oscar es una persona que viaja de vida en vida: pasa de ser un gran ejecutivo a un asesino, después un mendigo, una criatura monstruosa, un padre de familia… El señor Oscar parece interpretar varios papeles, sumergiéndose completamente en cada uno de ellos, pero, ¿dónde están las cámaras? Está solo, únicamente acompañado por Céline, una señora mayor y rubia que conduce la limusina que le lleva a París y sus alrededores. Como un asesino concienzudo que va de sueldo en sueldo. En búsqueda de la belleza de un gesto. Del motor de la acción. Mujeres y fantasmas de su vida. Pero, ¿dónde está su casa, su familia, su paz?

COMENTARIO 
CRÍTICO: 
"Resulta complejo definir esta epopeya visual y narrativa tan abstracta, pero a la vez tan concisa que construye el original realizador Leos Carax. Este flagrante experimento combina muchas reflexiones no solo sobre los límites de la narración, los cuales se extrapolan a los límites de la realidad, sino también sobre el valor del ser humano, delimitando el camino que separa la vida de la muerte. Esta obra tan difícil de definir, alcanza su coherencia en un final que parece cercano al delirio. El extraordinario puzzle de Carax consigue acercarse a los límites que embarca el Séptimo Arte con respecto a otras manifestaciones artísticas, pero quedándose ahí, sin sobrepasarlos, seguro de lo que cuenta. La convención de la narración resulta cuestionada en un alarde de visitar las cuestiones humanas que configuran la racionalidad de la propia vida, esa vida que cade vez menos es nuestra, y se manifiesta como caminos diferentes, tal como defiende esta obra tan majestuosa. Los logros de este estimulante ensayo sobre el ser humano no solo son a nivel narrativo, sino también a nivel visual, gracias a esa perfecta sucesión de imágenes, tan bien construidas, unidas y desarrolladas. La poderosa paleta de colores extendidos como luces de neón en una poderosa corriente de velocidad definen un juego visual magistral, que mantiene el pulso gracias al perfecto montaje y el excelente trabajo de caracterización física de ese personaje principal extraordinario, que no deja de ser un único artífice encarnándose en muchas vidas. Gracias al sobresaliente trabajo de Denis Lavant este personaje tan extraño, difuso y atractivo funciona con fuerza, llegando a desgarrar las inquietudes del espectador más incrédulo. Su composición cuestiona no solo cualquier muestra interpretativa cercana a él, sino los límites del trabajo actoral. Solo su composición es motivo de un análisis profundo de como el cine se desarrolla dentro del cine, como la vida corre dentro de otra vida, y como la existencia resulta tan cuestionable y precaria, como para nunca entender las cuestiones más importantes que marcan nuestro camino, ese paso entre la vida y la muerte, que esta obra con destreza consigue iluminar. Una pieza de culto, una verdadera joya, una de las obras más estimulantes que ha dado el cine reciente."

NOTA: 9,5(*****)

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